Por María Alejandra Suarez Lozano – Psicóloga – Mg en Psicología Clínica y de la Familia
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“Hay instantes en la vida en los cuales las palabras sobran, donde el lenguaje lo único que haces es entorpecer la perfección del silencio” – Mario Mendoza
Durante muchos años en mi vida, me he preguntado cual es la esencia del ser, ese humano que navega y pasa la mayor parte de su vida buscando la felicidad, el dinero y la estabilidad, donde no se vive en gracia, si no… nos agraciamos para vivir en una realidad que nos obliga a crear mundos de vida que aunque posibles no son verdaderos, entonces en ese transito descubro que el alma es esa luz que reclama al cuerpo y a la realidad la recuperación de lo que se ha perdido durante el camino, en donde los deseos son la esencia del querer ser libres en vida y la enfermedad aparece como un grito de auxilio para salvar la vida.
¿La vida?, es un instante momentáneo que nos hace creer que somos los dueños del universo, que nos obliga a vivir soñando despiertos, pero que nos lleva también a un proceso de reflexión, en donde el conectarse con otra vida que también padece y sufre, permite ver las dimensiones del dolor, de la realidad y de la consciencia, donde no existen egos, posiciones y críticas, donde se desprende lo más puro del alma y emerge la esencia del ser como recurso de libertad, disposición y ayuda y en esta conexión como mi dolor puede ser usado al servicio del otro…esa es la razón de mi vida, una vida que transita con la enfermedad y con el dolor de la misma.
Vivir… es una experiencia que me lleva a revivir diversos episodios de mi vida, que han marcado considerablemente mis experiencias y mi actuar y conforme con esto, también descubro que en un acto de valentía consigo mismo, puse mi dolor a favor de los demás, mi esencia, mis deseos reprimidos, reclaman a mi alma por lo que no perdone, ni viví, ni flexibilice y en ese sentido comprendo porque en el actuar cotidiano la enfermedad es la conexión entre el alma y el cuerpo y con su dolor, reclama paz y entender no por qué si no el para que de lo que estoy viviendo.
El otro…en un proceso de aceptación y adaptación es el complemento del alma, de la esencia y del ser, en donde acomodarse a la vida y las experiencias rompen y desgastan las ganas de vivir, donde perdonar y comprender realidades de otros moviliza, concientiza y flexibiliza, y este otro en conexión con mi historia abre puertas al amor, a la lucha y a la justicia, que sin importar las condiciones de vida y de salud deben ser preservados, no es mi deber vivir como los otros, pero si la justicia es verdadera, mi esencia se esfuerza y lucha con esa otra alma, para lograr un objetivo, finalmente en un sentido poético estamos al servicio de otros y la enfermedad es el reflejo de otras situaciones de dolor que viven los demás y que reconfiguran las nociones del ser y del hacer.
Los otros…son los momentos, otras almas y experiencias que limitan, que juzgan y congelan los deseos del alma, pero en el frio camino de convivir con estos, prevalecen las luchas internas, los buenos momentos y la gratitud del alma cuando el deber cumplido sana la esencia del ser, quizás sanar no es un proceso pleno y total, pero el hecho de lograr en conjunto la comprensión y adaptación a diversos procesos de vida, genera satisfacción de tejer un pedazo del ama rota y aquí, ni las quejas y reclamos borran la satisfacción y de la labor realizada, tengo presente que en ocasiones el alama gana y en otras pierde y en esencia nunca se pierde la enfermedad es una compañera excelente para aprender a vivir.
Perder…es el aprendizaje mas maravilloso que el alma puede tener, no le tengo miedo a la pérdida, por que durante la exploración de mi esencia y deseos he perdido muchas cosas significativas para la vida, la salud motivo indispensable para disfrutar, relaciones fraternas y demás oportunidades pérdidas como recursos de emprender, han enmarcado la lista de pérdidas, en donde el adaptarse y reinventarse ha sido el mayor recurso, tanto así que con la enfermedad como compañera de vida se enmarca a la pérdida como un proceso generativo, de aprendizaje, con el cual vivir me enseña la importancia de saber quién soy y para donde voy.
Un deseo… es la inconsciencia, del querer hacer, del disfrutar y ser feliz y en ese transito comprendo, que las almas reprimen sus deseos por el miedo que le tenemos a la vida y al verdadero desprendimiento y descubrimiento del ser y en este mundo ser identidad plena genera malestar, sin embargo considero que en conexión con mi alma he roto mis propios esquemas de fachadas y armaduras, moviéndome en aguas desconocidas pero tranquilas, porque en conjunto de deseos y almas se logran los objetivos gratos para la vida y la enfermedad desprende de mi ser lo que invisibilizaba, lo que ignoraba y lo que deseaba ser.
Un final…es un reinventarse, nacer de nuevo y comprender que existimos muchas almas en el mundo, con matices, opiniones y diversidad de saberes, de dolores, que navegan también en un proceso de ser libres, de comprender y explorar su esencia y en este sentido, entiendo que mi alma en conjunto con la enfermedad comprende una realidad distinta, retoma la vida de maneras alternas y configura mi proyecto de vida, para ser yo, para tener un proyecto de vida en donde yo soy yo y no la enfermedad.