La importancia de las relaciones familiares en la Tercera Edad


La familia proporciona seguridad, autoestima y confianza a los adultos en su tercera edad.


Por Sandra García Castañeda – Psicóloga del Instituto Barcelona de Psicología

La vida de la mayor parte de las personas de edad avanzada se enriquece por la presencia de las personas que comparten su día a día o la mayor parte de sus momentos con ellos. 

La gran mayoría de las veces ese hueco lo ocupa la familia, que es nuestra fuente primaria de apoyo emocional y juega un papel fundamental, proporcionando sentimientos de arraigo, seguridad, capacidad, autoestima, confianza y apoyo social.

El “sentirse necesario” es uno de los predictores de longevidad. Por ejemplo, tareas como el cuidado de los nietos favorecen la vinculación familiar, ya que este momento de nuestras vidas, asumiremos en muchos casos un nuevo rol de abuelo, que nos otorgará una función social y una utilidad familiar nueva.

Esto será positivo siempre y cuando no perdamos bienestar por ello. Cualquier ayuda que podamos brindar al resto de la familia debe estar dentro de nuestras posibilidades, sin excedernos.


En la mayor parte de estudios realizados, las personas mayores que se sienten necesitadas por los suyos suelen vivir más y con mayor calidad de vida.


Mantener nuestras relaciones familiares de manera satisfactoria es un objetivo muy importante para obtener un envejecimiento activo y lleno de bienestar.

La relación con las demás generaciones de la familia

Las relaciones entre personas mayores y jóvenes contribuyen a que el envejecimiento activo sea una realidad. Por intergeneracionalidad entendemos las relaciones de cualquier tipo entre distintas generaciones que conviven en una misma época. No se trata solamente de que estén juntas sino también de que se relacionen entre sí y compartan tiempo y conocimiento.

Estas relaciones entre generaciones se basan en saber escuchar y transmitir, en ambas direcciones. Envejecer supone un crecimiento en cultura y en valores humanos, en sensibilidad y comprensión.

Estas cualidades son las que debemos transmitir a las nuevas generaciones, y a la vez, aprender de ellas todo aquello que no estuvo a nuestro alcance en épocas anteriores.


La investigación de las relaciones entre abuelos y nietos es muy extensa. Muchos resultados indican que estas relaciones son recordadas como las más entrañables de la vida.


Hay que insistir en que los abuelos no somos solo cuidadores, sino que tenemos el papel de transmisores del saber, de experiencias familiares, de la historia, de los propios ancestros y de los valores positivos que hemos podido aprender a lo largo de nuestra vida.

Las relaciones intergeneracionales entre abuelos y nietos pueden ser una de las fuentes de satisfacción que ayuden a las personas a envejecer mejor.

La familia, durante todo el año

En estas fechas del año, metidos de lleno en la Navidad, la familia suele ser el centro sobre el cual giran todas las celebraciones. La pausa escolar de los más pequeños de la familia, las posibles vacaciones de los hijos, etc., contribuye a que podamos pasar más tiempo con ellos y de este modo, llevar a cabo más actividades en familia.

Es una época cargada de emociones y todo tiende a ser entrañable e intenso: se sienten más las ausencias, aumenta la soledad de quienes no tienen a la familia cerca, aumenta el sentimiento de unión con las personas que te rodean, etc. 


El hecho de que la familia se reúna y que se encuentren presentes todas las generaciones, siempre será motivo de alegría y motivación para nosotros.


Las relaciones familiares, en conclusión, tienen una gran importancia para el bienestar de los mayores. Se ha comprobado que la salud física y psicológica se incrementa en las personas cuyos lazos afectivos familiares son fuertes, en comparación con personas que por algún motivo tienen que vivir solos.

Por esa razón, recordamos la importancia de fomentar el contacto con los nuestros, con hijos, nietos y otros familiares, no únicamente en Navidad o fechas señaladas, sino a lo largo de todo el año.

Por último, haremos mención a esa familia que elegimos, formada por personas externas a nuestro núcleo familiar consanguíneo: amigos, vecinos o compañeros en alguna actividad. 

Aconsejamos siempre que se pueda, contar con un pequeño grupo de amistades con el que poder intercambiar información, realizar actividades y pasar nuestro tiempo libre, ya que puede ser muy importante a la hora de combatir sentimientos de vacío por no contar con la familia cerca o en ocasiones en las que se ha perdido el contacto con ella.

Fuente: www.gaes.es
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