Por qué los padres no deben insultar a los niños nunca


El poder de las palabras puede ser más efectivo en un niño que las propias acciones negativas como, por ejemplo, un castigo.


Por Nuria G. Alonso de la Torre – Psicóloga infantojuvenil

Hay familias que no ven un insulto ponerle un mote al niño o decirle cosas como “eres un vago”, “eres tonto”, “qué feo estás hoy”… No consideran que pueda tener algún impacto significativo en el desarrollo de su hijo, sin embargo, puede hacer más daño de lo que imaginas.

¿Qué razones tienes para insultar a los niños? Las 3 “ies”

Se define insulto como aquellas palabras que decimos a una persona con el fin de ofender, despreciar, agredir o burlarse en un momento determinado. Por tanto, cualquier palabra según el contexto y el tono en el que la utilices puede llegar a ser un insulto. 

– Insensibilización

En ocasiones, estamos tan habituados a faltas de respeto que nos hacemos inmunes ante ellas e infravaloramos el impacto que puede tener en un niño. Si quieres estar seguro de si es un insulto o no, basta con imaginarte que tu hijo o tu pareja te lo dijera a ti en un momento dado. ¿Sentirías que está siendo cariñoso?

– Incompetencia

A veces, las situaciones nos superan y cuando sentimos que nada funciona y nos encontramos sin estrategias suficientes para gestionar un conflicto, utilizamos cualquier recurso para frenarla, aunque eso signifique dañar a los demás.

Quizás puedas llegar a pensar que el insulto pueda ser efectivo para conseguir que tu hijo te obedezca o logre entrar en razón, sin embargo, deberías conocer las consecuencias que tiene insultar para valorar si te compensa hacerlo.

– Impulsividad

Sabes la teoría y que no se debe hacer, pero la situación ha llegado a desbordarte tanto que no estás sopesando los pros y los contras y te dejas llevar por la circunstancia. Un adulto debe controlar la situación y no ponerse a la altura de quien más le importa, o incluso superarle, sin tener presente lo que ese “daño” le puede ocasionar realmente. Hay que recordar que un menor tiene menos estrategias que un adulto, aunque a veces puedas llegar a pensar lo contrario.

Razones por las que los padres no deben insultar a los niños

A continuación, te resumimos algunas de las consecuencias que los insultos pueden causar en la vida emocional y social de tu hijo.

1. Los insultos dañan la autoestima.

Expresiones como “¡Qué gordo estás!” o “¡Qué vago eres!” no animarán a tu hijo a que cambie de actitud, todo lo contrario. Lejos de motivarle de algún modo, fomentas la inseguridad en tu hijo y que aumente su rechazo por cambiar. 

2. Tu hijo no aprenderá a expresar emociones.

El insulto es el recurso más básico e ineficaz para exteriorizar emociones. Por eso, cuando los niños pequeños se sienten frustrados recurren al “mala” o “tonta”, en vez de “estoy enfadado porque no me dejas salir al parque”. Esta segunda opción es más elaborada y requiere un nivel emocional superior.

Por eso, es fundamental que tanto tú como tu hijo aprendáis a gestionar las emociones de una forma diferente. Si tú como modelo no sabes hacerlo, difícilmente vas a poder manifestar sus emociones de forma adecuada cuando sienta ira o miedo.

3. Te restan autoridad, enfrían la relación y producen sumisión.

Esa forma de dirigirte a tu hijo puede que consiga que deje de cuestionarte ciertos límites o valores en ese momento, pero no hará que te respete, confíe más en ti o interiorice lo que inicialmente tratabas de enseñarle. Lo más probable es que con el tiempo ignore aún más esas enseñanzas, aumenten los conflictos y las faltas de respeto.

4. Provocan falta de empatía y poca tolerancia ante opiniones diferentes.

Los insultos hacen que tu hijo deje de ponerse en el lugar de los demás y, por tanto, considere que las faltas de respeto son las únicas herramientas válidas para imponer su criterio frente al resto. Sin embargo, es fundamental que aprenda que, aunque tenga razón, no todo vale para que los demás entiendan su punto de vista.

5. Favorecen resolución de conflictos de forma agresiva.

Tu hijo imita la forma que tienen las personas de su alrededor para resolver sus problemas cotidianos y tú, al ser una de las figuras de referencia, estás favoreciendo que tanto en casa como fuera de ella tenga ciertas actitudes agresivas; que estas sean verbales no las convierte en menos graves. Lo que al final se traduce en un clima de tensión en casa, problemas en el colegio o con sus amigos.

6. Potencian sentimientos de ira y venganza.

Cuando hieren tus sentimientos y te faltan el respeto, sientes el deseo de responder y defenderte de todo ese dolor que estás sintiendo en algún momento y empiezas a desarrollar odio. Por tanto, no reflexionas sobre los motivos por las que esa persona te dijo eso, no buscas resolver el conflicto o perdonar a los demás, sino generar daño en la otra persona.

– Vía: www.guiainfantil.com/
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